sábado, 3 de septiembre de 2011

"Loco Sueño de una Noche de Verano"


Luego de volver del entrenamiento en la nueva escuela donde estaba trabajando, sofocado por el calor de aquellos 35 grados de temperatura, que teníamos a las 6 de la tarde, en pleno verano. Pensando que debería estar en la playa o cerca de un río descansando y no dando cursos de verano para perfeccionar a los nuevos tenistas. Me fui al baño a llenar la tina con agua tibia y poder relajarme y apaciguar un poco mi ardiente cuerpo. Estos días de calor, siempre me ponían así.

Me quite lentamente la ropa, para meterme en la tina que casi se rebalsa cuando entre por completo, reí absurdamente. Acomode mi cabeza en el borde cerrando los ojos y recordando que hace un par de veranos atrás pude haberlo pasado con la persona que en ese momento ocupaba mi corazón. Comencé a imaginar cómo habría sido, desde el momento que se lo dije aquella mañana en la cabaña y que su respuesta había sido un sí, no un no como el que respondió.
Me dormí y soñé...

Quería mostrarte esto – Agite los pasajes, sonriendo.

Sam sonrió alegremente - ¿Son los pasajes? – Corrió a mis brazos, besándome – Cuando nos vamos – Pregunto entusiasmado.

En una semana, tenemos que dejar todo arreglado. Estoy tan feliz de que vengas conmigo, será un magnifico verano – Respondí feliz…

A la semana después, ya estábamos instalados en el hotel frente a La Bahía de Hanauma, que vista más maravillosa de la playa.

Que hermoso se ve el mar desde aquí – Dijo Sam, mirando por el ventanal.

Más hermoso te ves tú, sonriendo de esa manera – Me acerque a él tomándolo de la mano – Te amo.

David – Respondió Sam, sonrojándose y mirando el piso.

Nos besamos, nos abrazamos.

Lo cargue en brazos hasta la cama, lentamente comencé a desvestirlo, Sam estaba más guapo que nunca, feliz, dejándome hacer.

Por qué no tomamos un baño, hace mucho calor y el viaje ha sido largo – Dijo Sam deteniendo mi avance.

Suspire – Si, será mejor tomar un baño.

Sam, se levantó de la cama y camino, así, desnudo, hasta el cuarto de baño.

Me quede sentado en la cama algo frustrado.

¿No vas a venir? – Dijo Sam con picardía, mirándome de reojo.

No faltaba que lo dijera, de un salto, comencé a desvestirme y a avanzar dejando a mi paso la ropa desparramada.

Sam dio el agua de la ducha y entro en ella, estirando su mano para tomar la mía. El agua golpeo mi espalda, estaba tibia, agradable para quitar el calor. Pase mis manos por el pecho de Sam, comencé acariciarlo, llevando mis manos hasta su miembro. Sam tomo mis manos y se giró de espaldas a mí. Yo insistí en mis caricias, poniendo mis manos en sus nalgas, pasando mis dedos lentamente por la separación de sus glúteos. Sam sonrió acercándose a mí, hasta que mi pene que ya estaba erecto toco la parte baja de su espalda. Lo acorrale contra la pared de la ducha, el agua caía sobre su rostro, haciendo que su pelo cubriera sus ojos, mis manos se dirigieron a su miembro, comencé a masturbarlo.

Aah! – Gimió Sam, separando sus piernas.

Con una mano masajeaba su miembro y con la otra buscaba su entrada, que era difícil de encontrar.

Los gemidos de Sam, llenaban el cuarto de baño y me volvían cada vez más loco, ya quería hacerlo mío. Tome mi pene con una de mis manos, acercándolo a la entrada de Sam, cuando sentí que el agua dejaba de salir. Sam se movió extrañado, soltándose de mis manos.

Que fue lo que pasó con el agua – Dijo Sam, girándose para mirarme de frente y pasando sus manos para echarse el pelo hacia atrás.

No importa – Respondí jadeante, acercándome nuevamente.

Sam, salió de la ducha sin tomarme atención – Hay que llamar a recepción para ver qué pasa.

Sammy, ven acá, que importa el agua – Camine hasta la cama, me recosté. Suspire – Dormiré un rato, ya me cansé y tu pareces más preocupado por el agua que por mí.

Sam, se envolvió con una toalla y se sentó junto a mí – Si, será mejor dormir un rato – Se acomodó junto a mí, durmiéndose.

Lo mire dormir hasta que el sueño me venció. Sonreí, me gustaba su inocente sensualidad.

Cerca de las 10 de la noche…

David, tengo hambre, despierta – sentía como Sam me sacudía, fingí seguir dormido – David, vamos levántate. ¿David? – Sam, se acerco a mi, sentí su respiración cerca de mi nariz, momento que aproveche para tomarlo y besarlo. Sus suaves labios se abrieron para que mi lengua pasara y se enroscara a la suya. Sam tuvo que apoyar sus brazos en la cama. Yo solo pensaba en devorarlo.
Sentí un pequeño dolorcito, Sam había mordido mi lengua, lo solté.

El sonreía divertido – No se que tramas, pero parecía que querías comerme.

Me senté la cama – Si, es lo que quiero, devorarte por completo. Pero me mordiste, eres una presa bastante difícil – reí, mirándolo – ¿Que haces vestido, vas algún lado?

Pues claro – se puso de pie – Vamos a ir a comer, no lo hacemos desde que nos bajamos del avión y el aire marino me ha abierto el apetito.

Lo mire – ¿Tu con hambre? – me levante de la cama de un brinco – Eso es novedoso, casi nunca te veo comer.

Sip, pero ahora lo hare. Vamos, apúrate.

Me vestí a toda prisa, otra oportunidad de hacerlo perdida, suspire.

¿Estas bien? – pregunto.

Si, por que lo preguntas – le respondí, terminando de abrochar mis zapatos.

Por que te he sentido suspirar varias veces hoy – me miro preocupado.

Reí – No, no es nada.

Bajamos al restaurante del hotel, un maravilloso espacio ubicado frente a la playa, la arena estaba a un paso de nosotros.
Mientras comíamos, unos deliciosos mariscos, que según nos dijeron eran muy afrodisíacos, disfrutamos del show tradicional de la isla, danza y música.
Pero nada me asombraba más que el bello rostro de Sam iluminado por la luz que desprendían las antorchas que rodeaban el lugar y su sonrisa de niño sorprendido que me regalaba cada vez que algo llamaba su atención en el show.

Luego de cenar y disfrutar del espectáculo, decidimos ir a pasear a la playa.
Caminamos, yo seguía a Sam con la vista, caminaba por la arena mojada, llevaba sus zapatos en una mano y con la otra cada ciertos pasos la utilizaba para recoger conchitas y piedritas que llamaban su atención.
Yo caminaba un poco mas arriba, igual descalzo, disfrutando de la frescura de la brisa nocturna y la tibieza que aun conservaba la arena seca.
No se cuanto tiempo caminamos, ni cuanto nos alejamos del hotel, ni de la gente, de pronto nos encontramos con un hermoso paisaje tras unas tupidas palmeras, iluminados solo por la luz de luna.
Arenas blancas, algo de hierba y las suaves olas que llegaban a la orilla dejando un rastro de espuma.

Que lindo lugar – dijo Sam, mirando a su alrededor.

Es cierto – respondí, dándome cuenta que estábamos completamente solos, sonreí, sin pensarlo y llevado por el efecto de los mariscos afrodisíacos, tome a Sam de la mano arrastrándolo hasta un lugar que simulaba una especie de cueva, echa por la hierba crecida. Lo lance al suelo, recostándome sobre el, besándolo apasionadamente.

Sam intentaba zafarse de mis brazos – David detente, puede venir alguien – jadeo bajo mis insistentes caricias.

Pose mi manos sobre su miembro – Nadie vendrá, amor, Sam, te deseo tanto, no te preocupes de nada, solos estamos tu y yo – sentí su dureza y quise sentirla con mi boca. Me deshice de su pantalón y ropa interior de un tiron, mi boca succiono su miembro, chupando, saboreando, subiendo y bajando rápidamente, quería sentir su sabor, beber todo lo que me diera.
Los gemidos ahogados, los movimientos de su pelvis, me volvían loco, sus piernas se separaban, dejando a mi alcance su pequeña hendidura.
El sudor de su cuerpo hizo que mi dedo resbalara a su interior, Sam dejo  escapar un leve grito placentero, dos dedos dentro jugueteando en su caliente interior, tocaban, buscaban el punto de excitación.
Sentía como el pene de Sam, latía en mi boca, su respiración se aceleraba, anticipe su descarga, cerrando mis ojos, deteniéndome para poder tragar todo de una vez.
Me separe de el lamiendo hasta la ultima gota y relamiendo mis labios para no perder nada – Eres, eres delicioso – dije jadeante, deslizando mis pantalones hasta despojarme de ellos.

Sam, me miraba intentando recuperar el aire, el sudor mojaba su rostro sonrojado.

Lo gire, de espalda a mi, levantando sus caderas para besar su entrada, con mi lengua hacia círculos a su alrededor, pero ya no aguantaba, acerque mi miembro a su orificio penetrándolo lentamente. Su interior me absorbía, me engullía hambriento, sentí como mis testículos tocaron sus nalgas. Estaba completamente dentro de el.

Sam gemía y decía mi nombre – David, David, aahh!!

Una de mis manos se aferro a su pene que ya reaccionaba nuevamente, con la otra acaricie su mejilla, sosteniendo luego su rostro, intentando acercarme a el para besarlo, mi lengua jugaba en el interior de su oreja y mordía su lóbulo y la parte trasera de su cuello.
Me movía, sacando mi pene casi por completo para meterlo hasta el fondo después.
Su interior estaba tan caliente y estrecho como siempre, me aprisionaba con fuerza.

Sam, te amo – solo reaccione a decir mientras me desbordaba en su interior, sintiendo como su pene mojaba mis dedos.

Caímos sobre la hierba, aun unidos, protegía a Sam con mis manos para que no se lastimara, mientras intentaba no aplastarlo con mi peso, hasta que sentí que podía moverme.
Me recosté de espaldas, atrayendo a Sam para que se recostara en mi pecho.

También te amo, David – dijo Sam, mirándome dejando escapar un suspiro – Me contagiaste tus suspiros.

Reímos.

Es solo el efecto de estar con quien se ama – respondí.

Nos abrazamos.

Estaba tan calida la noche, iluminada por la hermosa luna y al fin sabia que seria un fabuloso verano…


David, David – me llamaban.

Escuche la tierna voz de quien me llamaba, acompañándose con golpecitos en mi hombro. Abrí los ojos de a poco y logre divisar el alegre rostro que me miraba – Hola – sonreí.

¿Qué haces? Te pondrás como una pasa si sigues en el agua – bromeo.

Si, me dormí, es que tenia mucha calor – me puse de pie recibiendo la toalla que me acercaba.

Traje la cena, no tardes – dijo besándome rápidamente en los labios y saliendo del cuarto de baño.

Me quede por unos instante observando a aquel muchacho.
Era mi compañero, mi pareja, mi nuevo amor, Erick.

Sam, ya no estaba, era tan solo un hermoso recuerdo, quien despertó el amor en mi, quien tan solo vivía en mis mas locos sueños, como el que acababa de tener.

Sabía que debía seguir adelante, pero, como Erick me decía cada vez que me veía melancólico, y yo intentaba esconderlo, necesitaba tiempo.

Erick, si no fuera por ti – sonreí – Habría acabado mi existencia, para ir tras Sam y no disfrutaría de tus locuras y tu paciente amor.

Termine de vestirme para ir a cenar junto a Erick, me acerque a el besándolo – Te amo, ¿Lo sabes?

Erick sonrió – Si lo se, yo también te amo.
¿Que calor hizo hoy cierto?

Si, estuvo horrible – respondí, pensando que podríamos escaparnos con Erick a alguna playa escondida…


FIN.